Dometico Scarlatti


Las sonatas scarlattianas poseen una estructura idéntica. Su estructura responde a una forma binaria compuesta por dos partes sensiblemente iguales, que está previsto que se repitan. La primera parte finaliza a menudo en la nota dominante y la segunda siempre en la tónica. Las cadencias con que se concluyen cada una de las dos partes son similares. Hay pocas excepciones a este esquema básico. Scarlatti, gran creador de ideas musicales, no se preocupó en exceso de renovar las formas musicales de su época.
La grandeza de las sonatas de Scarlatti reside en su riqueza de motivos musicales, en todas las figuras de su retórica musical. Destaca en su quehacer la variedad en la invención rítmica y melódica y la habilidad casi diabólica en la utilización de todas las capacidades del clavicémbalo. A primera vista la limpia y ordenada escritura de sus sonatas harían pensar en que la ejecución de estas obras es relativamente sencilla. Nada más lejos de la realicad. La claridad de su pentagrama esconde terribles dificultades para el músico que las interpreta. Algunas contienen cambios de mano, saltos de octavas, complicados arpegios y escalas rapidísimas.
En cuanto al ritmo, sus obras para teclado están animadas por un carácter vivo y variado, con una notable influencia de la rítmica de los aires populares de la música española. En numerosas ocasiones se escuchan células rítmicas que podríamos calificar de ostinati que recorren toda la longitud de la sonata y recuerdan a los del pulso de la guitarra flamenca. Se escuchan en su clave las notas repetidas de los instrumentos de cuerda pulsada con púa o las castañuelas percutidas repetidamente.
Pero quizá el rasgo más sorprendente del arte de Domenico Scarlatti es su extraordinaria habilidad para la modulación, una de las marcas de estilo más sorperndentes del genio del napolitano. Es capaz de recorrer con ella todas las tonalidades dentro de una obra. Unas son en progresión, otras aparecen a intervalos, en ocasiones son abruptas: en estos casos el oyente es llevado sin transición a otra región tonal, a veces muy alejada (a menudo un tono entero, otras veces una tercera).

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